"NEGROS FAVOR ABSTENERSE"
Alberto S. Barrow N.*


          La población afrodescendiente en América Latina y el Caribe se estima en aproximadamente 150 millones de hombres y mujeres, de los cuales 90 millones viven por debajo de la línea de la pobreza.  Ese conglomerado humano de "ancestría" africana, como la ha dado en llamar Maura Nasly Mosquera (Colombia), constituye un tercio de la población del continente, y, a su vez, representa el 40% de todos los pobres de la región.
         
          Las informaciones acopiadas por varios organismos multilaterales, léase, Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y CEPAL, entre otros, permiten sostener que la vulnerabilidad de la población afrodescendiente, al igual que los pueblos indígenas, está muy directamente asociada a su condición étnica. Así lo vienen reconociendo, también, distintas agencias del sistema de Naciones Unidas, contadas entre éstas el PNUD, UNICEF, la OMS-OPS y el Programa Mundial de Alimentos.  La exclusión social por motivos de raza se ha ido colocando en el centro de la atención de la comunidad internacional, aunque la poca acción efectiva para encarar el tema hace pensar que todavía falta una buena dosis de voluntad política por parte de los gobiernos, particularmente en el caso de las Américas.

         Cuando se examina el actual entorno socioeconómico regional, sea a través de la lectura de extensas y minuciosas investigaciones, o a partir de pequeños datos como los que hemos comentado arriba, no parece para nada exagerado afirmar que buena parte de las posibilidades de alcanzar las Metas de Desarrollo del Milenio (MDM), acordadas para el año 2015, pasan inexorablemente por atender las crecientes necesidades de los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes de esta parte del planeta, con políticas públicas que asuman como uno de sus supuestos validados, que el peso de la carga histórica que acompaña a estos dos sectores se acentúa, cada día, en la medida que el color de la piel sea un referente y un factor de marginación.

         Sobre lo dicho, traigo a colación el comentario de una amiga catedrática de una universidad norteamericana, que hace poco me indicaba que tenía referencias de anuncios de prensa publicados en Ecuador y Perú, que daban cuenta del explícito rechazo al cual están expuestos los afrodescendientes en estos dos países, en algunas esferas del mercado laboral, donde, además de la ya instituida exigencia de "buena presencia", se les advierte lo siguiente:
                      Negros favor abstenerse.

          Estas referencias que se nos ofrece sobre dos países de este continente, como claras muestras de exclusión social por raza, y que en ambos casos apuntan hacia extremos intolerables, constituyen apenas dos ejemplos de una situación que en efecto encontramos, con variantes y matices, en casi todos los países de la Región.  En el caso del nuestro, Panamá, aún no aparecen anuncios tan explícitos como los referidos, aunque recuerdo haber leído en un diario de circulación nacional, hace poco menos de dos años, uno a través del cual se solicitaba los servicios de una trabajadora doméstica. El aviso puntualizaba un conjunto de requisitos para las aspirantes y cerraba con uno que encontré inaudito: preferiblemente de tez blanca.

          Aquello, por supuesto, fue excepcional. Con lo que regularmente nos encontramos en los avisos de plazas de trabajo, acá en casa, son dos eufemismos: "buena presencia" y "una foto reciente".

          En un esfuerzo por enfrentar dicho tema en Panamá, al cual por supuesto hay que abordar desde distintos ángulos, se ha colocado en la Asamblea Nacional, para su debida discusión y eventual aprobación, una propuesta de Ley "mediante el cual se dictan medidas para promover la igualdad de oportunidades de acceso al mercado laboral en la República de Panamá y se eliminan prácticas discriminatorias".  Esta iniciativa legislativa, que proviene de sectores organizados de la sociedad civil contempla, entre un conjunto de normas que la componen, la prohibición expresa de colocar y publicar avisos en cualquier medio de comunicación, mediante los cuales se enuncien o sugieran requisitos para aspirar a una plaza de trabajo, que vayan más allá de criterios asociados a habilidades, aptitudes o conocimientos para desempeñar determinadas tareas o funciones.

          En el curso de los últimos años, cuando se ha colocado este asunto en la discusión pública, no han faltado voces del sector empresarial que abogan porque los empleadores tengan derecho a saber de antemano qué aspecto físico presenta la persona que aspira a un puesto de trabajo, sobre todo si ésta atenderá a clientes, y que ese examen a priori constituye una prerrogativa en tanto que la imagen de la empresa está de por medio.  Eso, dicen, justifica plenamente la solicitud de una fotografía.  De hecho, han impuesto dicha práctica, que ha pasado a ser sentido común para casi todo aquel que sale al mundo del trabajo en busca de colocación.  Desde luego, se dan excepciones.  He sabido de personas que jamás han adjuntado una fotografía a su hoja de vida, como parte del proceso de búsqueda de empleo.   
 
          Personalmente, creo tener plena conciencia de que las normas legales nunca serán suficientes para agotar un tema como este, sin embargo, no dudo que ellas nos puedan ayudar a avanzar, como sociedad, siquiera algunos pasos más, en el camino del reconocimiento y el respeto a la dignidad humana.  Pienso que con la mencionada propuesta de ley  que promueve la igualdad de oportunidades de acceso al mercado de trabajo en Panamá la Asamblea Legislativa tiene ante sí una buena oportunidad de hacer una contribución importante a la elaboración de las tan necesarias políticas públicas, para encarar una de las manifestaciones de la exclusión social por raza y etnia en Panamá, que se ha instalado de forma extremadamente cómoda y perniciosa en nuestro andamiaje laboral. 

          Creo que sería realmente terrible para el conjunto de la sociedad panameña que un buen día, al abrir uno de los diarios locales, nos topáramos con un aviso de una plaza de empleo que, dejando ya de lado eufemismos como la "buena presencia" y la "foto reciente", nos anuncie que algunos debamos abstenernos, por una razón apenas accidental como lo es, en efecto, la piel.  Si ello llegara a suceder, tal como al parecer ya acontece en otros países de la Región, más que una sorpresa matutina en una sección de anuncios clasificados, habrá sido el fruto de nuestra cotidiana actitud permisiva e inacción colectiva. 

          Como miembros de la especie humana, creo que es nuestro deber conjurar todos los factores y circunstancias que puedan contribuir a la exclusión social en nuestro planeta.  En ese sentido, cabe que hagamos cuanto sea necesario para que así sea, y que frases como la que aparece colgada como título de estas reflexiones no tengan cabida en ninguna parte del mundo. 

*El autor es abogado panameño.