EL ORIGEN DE LA FRASE HISTORICA
"LLEGO MATEA"
   Por: José de J. Aguilar
   El suplemeto "Estampas", Noviembre 5, 1967---No. 78
   Dirigido por Samuel Lewis

Nació en Santiago de Veraguas, quizás, en la ultima decena de la primera mitad del siglo pasado, una niña de gente de color, quien recibió en la pila Baustimal el nombre de Matea. Al correr de los años, ya joven,  casó  con un señor de nombre Tereso Valdes, nativo de Santiago y ella fue la señora Matea de Valdes, nombre que llevó siempre con dignidad y honradez, aun en su viudez. Desde niña le gustó el baile del tambor (tamborito) y poseera / para ello cualidades inmejorables, buena voz, mucho ardor, esbeltez y mucha gracia (como dicen) para ese baile y se aprendía las tonadas e improvisaba coplas sin mayor esfuerzo (opino que era analfabeta) .



















Cuando en algún barrio de la ciudad de Santiago, deseaban instalar un tamborito en las vísperas de las fiestas de San Juan, San Pedro, La Virgen del Carmen, el Santo Patrono Santiago, algún cumpleaños o para los Tres Días (Los Carnavales) la primera invitada era la Sra. Matea. Ella aceptaba complacida, en unión de su esposo, señor Valdes, persona reputada en la localidad como experto para tocar el tambor (repicador) .

Como la Sra. Matea, sabía el porqué de la preferencia en las invitaciones que periódicamente le hacían nunca llegaba a los comienzos del baile, sino que tenía horas especiales.  Se vestía la "Diva del Tambor", de "pollera de coquito", tela muy usada hasta en la primera veintena de nuestro siglo, se engalanaba con sus mosquetas de perlas o zarcillos de feligrama de oro, cadena chata del mismo metal, peineta de balcón, tembleques de perlas artificiales y zapatos bajos de raso de color en armonía con el color de lana que servía de adorno a la camisa de la pollera.    Mientras la señora Matea, se engalanaba en su humilde hogar, para dirigirse al baile, allá bajo la enramada o en la sala destinada para ese fin, las personas allí reunidas pávidas de bailar decían:  Este baile no sirve"  "Está muy frío", "No se calienta", "Cuando vendrá Matea?".

Allá a las ocho y media o nueve de la noche acompañada de su esposo señor Tereso, se aproximaba lentamente la señora Matea y en el instante que se presentaba ante la concurrencia y daba "Las buenas noches", todos los presentes gritaban "Llegó Matea", " Llegó Matea".  "Ahora sí se calienta el baile".  La señora Matea, después de corresponder a los saludos de rigor en compañía de su esposo, se unía al grupo de señoras y señoritas, quienes formaban un semi-circulo y en el acto empezaba una tonada, mientras su consorte le arrancaba al parche del "repicador" roncos y agudos sonidos.

El Dr. Manuel Amador Guerreo, vivió varios años, en la ciudad de Santiago de Veraguas, en la última mitad del pasado siglo; conoció a la señora Matea en todo su apogeo y sabía la frase de cariño con que el público la recibía al llegar a un "Tamborito".

Quizás el Dr. Amador, el día  4 de noviembre de 1903, fecha en que vio coronado sus deseos, se acordó de esa frase "Llegó Matea" que tantas veces la había oído en Santiago, siempre para expresar alegría y triunfo; la envió al Dr. Valdez López, a Aguadulce, para avisarle que el ideal del pueblo panameño, la independencia, había tenido feliz éxito; ya que esa frase "Llegó Matea", nunca fue augurio, en esa época de derrota, de fracazo, sino de Victoria.

Esta narración es basada en las conversaciones que oía mi Abuela y a mi padre, Dionisio Aguilar, quienes conocieron al Dr. Amador y lo trataron en el periodo que vivió en Santiago de Veraguas.   Tuve el gusto de conocer y apreciar a la señora Matea Vda. de Valdes, ya anciana, pero fuerte y la contemplé, varias veces en un tamborito cantando y bailando en medio de la concurrencia que la aplaudía, al verla divertirse a una edad avanzada. Vivió la señora Matea, varios años en un barrio que hasta 1940, se le clamó "La Fronoza", frente a mi casa paterna.

Murió la "Diva del Tambor" de Santiago de Veraguas, allá por los años de 1922 al 1924, (si mal no recuerdo) "Ama de Llaves" de la casa solamega del Sr. Nathaniel Hill Jr.; quien reside en Méjico, en la actualidad.

Huelgan los comentarios de las personas amigas que la acompañaron en sus últimas horas, (porque no dejó descendientes directos) que el día que murió dijo, o balbuceó: "Un tambor", "Un tamborito".

Calobre, Noviembre de 1947. ..

Foto de Carlos Endara Andrade
La Prensa, Revista EPOCA, 27 de mayo, 2011